domingo, 29 de junio de 2008

Querido Diario

Recuerdo ese jardín escondido al que fuimos, unos días antes de mi partida, a vernos de reojo… bueno, a que yo te viera y asintiera, y a que tú me platicaras que soñabas con el mar, las conchitas y las estrellas, como una niña boba que, para su desgracia, carece de ternura que endulce su inmadurez. Te gustaba más hablar que escuchar, pero tengo que aceptar que siempre me escuchaste muy atentamente cuando hablábamos de ti. Así que, en un acto de mimetismo, mis otros sentidos se desarrollaron. Yo casi no hablaba pero me gustaba mucho verte; tuve que aprender a ver de reojo porque tú te aferrabas a mi brazo y recargabas la cabeza sobre mi hombro, así tragábamos juntos las más horas posibles… hasta que la gangrena hacía lo suyo. Mientras tú hablabas, yo te veía, te olía, efervescía… pero, sobre todo, me controlaba; ejercicio que me convencía que, aunque lo pudiera negar, era un buen cristiano. Lo más excitante era que no pasara nada, que pretendieras que no te interesaba, que me respiraras al oído con el pretexto de decirme un secreto, que te estremeciera una caricia en la espalda y culparas al frío, que el cuerpo fuera solo una sutileza y que el amor existiera… quien sabe donde pero que existiera. Yo sabía que tú sabias y me imaginaba que tú sabias que yo sabía… supongo que ese era el trato. Me fui, regresé, me volví a ir. Ya no supe de ti, y cuando finalmente supe, ya no quería saber; jamás supe qué pensaste tú. Sigo abriendo el correo que te llega… nunca cambiaste tu dirección, yo nunca cambié mis hábitos. Sé que descubriste el jardín escondido con tu nuevo novio… que ya no sientes orgasmos con él pero que lo amas profundamente. Sé que fue mi culpa y ruego que la suerte me siga sonriendo a pesar de mis desplantes. Buscabas a quien amar y yo no sé que buscaba. No compartíamos el idioma, ni teníamos los mismos gustos, ni los mismo intereses, ni las mismas expectativas: era perfecto. Ese departamento blanco, enorme, vacío; ese cuarto blanco, enorme, vacío; esa cama blanca, enorme, con nosotros dos dentro… todavía no recupero el aliento. A veces quisiera decírtelo, quisiera disculparme, quisiera agradecerte… Sigo pensando en ti… como si ustedes fueran la misma persona.

La bolsa roja, la mano negra, el maletín blanco: cooptación, absorción, traición.

Todo el mundo muere, la pregunta es: ¿cómo viviste?, o tal vez ¿cómo moriste? Para mi, hay una sola respuesta y es totalmente clara: peleando contra los cerdos.
Intentaron hacerme comulgar con sus estúpidas ideas burguesas, envueltas en terciopelo rojo y coronadas con aureolas filosóficas: “la vida es absurda, nada tiene valor por sí mismo”, “no hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio", dijeron. ¿Qué tienen esos gusanos barrenadores que enseñar? Se alimentan de los cerdos, viven de su sangre y se revuelcan en sus excrementos. ‘Extranjeros’ de su propio destino, atados a pesadas rocas por la eternidad, sueñan con un minuto de libertad. Parásitos de los cerdos, evangelistas pederastas, esclavos de sus brillantes ideas y de sus diminutas celdas de prestigio, ¿quieren saber donde está el sentido?: les vamos a quemar la retina.
La libertad es solo posible en la lucha y la condición de la lucha es ser capaz de morir, todo lo demás son chingaderas. Cualquiera que no sepa esto será, ya sea, cooptado, absorbido, o nos traicionará.



lunes, 23 de junio de 2008

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(Conversación por MSN )

“Hola linda, ¿cómo amaneciste? Te deben de doler los pies desde hace dos semanas… no has dejado de dar vueltas en mi mente”. Muy bien... huele la carnada… Y ahora pica el anzuelo: “Creo que será mejor que dejemos de vernos unos días”. Recuerda que ninguna dosis es gratis mi linda adicta.

“Me asusta lo que me dices Andreas! :( Cada vez me gusta más la idea de estar contigo… vamos un rato al Supernova hoy, no?… ya extraño tus besos! :p ”.

(Oxitócica salpicada y corticotrofina en acción en el tejido de la glándula pituitaria.)

¡Jajaja, quien se cree esta fresita! No tienes escapatoria.
“Mejor vamos al bar de mi amigo Ramón linda”. Eres mía, toda mía.

“Ya sabes que no me gusta la cerveza y no le caigo bien a tus amigos! Te veo en el Supernova a las 11:00. Ya no tengo pila en el celular. Muchos muchos besos!”.

(Ansiedad subiendo… dolor de estómago.)
Esa mujer es para mi. “Ok. Allá nos vemos guapa”.

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Sólo en su cuarto. Cortisol hasta en la mirada. Ojos estrellados… reflejos de Supernova. Se levanta de golpe. Perturbado. Abre el placar bruscamente. Excava entre la ropa desesperado hasta encontrar el maletín. Expulsión violenta y espasmódica de emesis por boca y nariz. Se incorpora. Camina hacia el baño. Ácido gástrico por todos lados. Evita considerarlo de nuevo. ¿Traición? No. Andreas no lo entendería...



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(Una hoja arrancada de un libro viejo, pegada con cinta adhesiva en la orilla de un espejo, con anotaciones hechas a mano en la parte inferior derecha.

Princip al gobernador de la prisión al ser trasladado:
-No es necesario que me lleven a otra prisión. Mi vida ya se acaba. Sugiero que me claven en una cruz y me quemen vivo. Mi cuerpo en llamas será una antorcha que guíe mi pueblo por el camino de la libertad.)


jueves, 12 de junio de 2008

- Me quedaré contigo aunque tenga que dar la vida...

-De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces (Mateo 26:34).

-Te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces (Lucas 22:34).

-De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces (Juan 13:38).

(Y en seguida cantó el gallo. Entonces se acordó de las palabras que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces), Mateo 26:74b-75.

(Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó. Se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces), Lucas 22:60,61.

(Negó otra vez [por tercera vez—EL]; y en seguida cantó el gallo), Juan 18:27.

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